Caminaba rumbo a la escuela, por las mismas calles,
como todos los días, saludando a todos los perros dentro o fuera de las
casas. Al llegar a una curva pasó un
carro a toda velocidad y alcancé a ver, por entre las ruedas, cómo un falderillo color marrón se acercaba
ladrando al vehículo y escuché claramente el tronido de sus huesos.
El coche siguió su camino y el inocente quedó tendido
en mitad del asfalto. Una terrible
opresión contrajo mi estómago. Corrí
hacia él. Sus ojos estaban abiertos y volteó a verme, con una mirada llena de
resignación, sin emitir un solo quejido.
Empecé a gritar desesperada para que saliera el dueño
de aquel pequeñín, pero las lágrimas entrecortaban mi voz. Una persona se acercó y me señaló una
casa. Me fui corriendo en esa dirección
y me metí hasta encontrar a una mujer y un hombre en la cocina, preparando algo en la estufa. Traté de calmarme y explicarles que salieran
e hicieran algo por su mascota. El hombre,
sin decir palabra, salió de la cocina – yo detrás de él – se acercó a un
mueble, sacó una pistola y se fue a la calle.
Me detuve en la puerta sin ver para afuera. Oí el balazo.
Me desplomé en un sillón. El
hombre volvió de la calle, puso la pistola en el cajón y se fue a la cocina a
seguir con lo suyo. Ni siquiera me miró. Sentí como si alguien me hubiera aventado un balde de agua helada a la
cara. Estaba aturdida y desconcertada. Salí como autómata de aquella casa. En la calle ya no había ningún rastro, como
si nada hubiese ocurrido.
Desperté empapada en sudor. Afortunadamente había sido un sueño. Ya el día empezaba a clarear y el ventilador
del techo giraba y giraba incesantemente refrescante. Imposible volver a dormir. Todo había sido tan vívido que debía haber un
mensaje ahí. ¿Sería el resultado de una
situación opresiva por la que pasaba? ¿O
la sencilla explicación a algún problema específico? Aunque pensaba que nada me angustiaba por el momento.
Me imaginé un enorme ocho frente a mí. Vertical:
Como es arriba es abajo, la vida y la muerte, los dos polos…. Horizontal:
El infinito, cuando un ciclo se cierra empieza el siguiente…. Sentí cómo
mi cabeza se aclaraba y entendí que todo empieza y termina, aunque me duela y me
empeñe en encontrar una solución. Pero eso es a nivel mental. Mis sentimientos se adelantan siempre a mis
pensamientos.
La vida continúa inexorablemente y los instantes vividos
hace una hora ya son pasado y sea como sea que los viví ya no puede haber
cambios, no se pueden parchar los momentos amargos, ni los gozosos. Hay que aceptarlos todos, porque son pasado. La
razón dice que así es. Y me pregunto
¿cómo hacer que mi corazón razone lo suficiente, como para no acabar en las
lágrimas ante tales acontecimientos?
< < < < < - - - - - > > > > > 1991
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